martes, 24 de agosto de 2010

Algo que me quedo en la cabeza


Retrato de Emile Zola. Edoaurd Monét

Recuerdo una vez que fui al palacio de exposiciones a una feria en particular. Era la feria Altavoz 2005. Allí vistosos pabellones de universidades y centros tecnológicos mostraban sus programas educativos y alternativas para acceder a la educación superior. También grupos juveniles y demás organizaciones metidas en la onda de lo chévere trataban de convencerme que me volviera miembro o adepto de alguna de ellas. Acompañado de mi papá y un gran amigo, y con la mano llena de plegables y volantes, recorrí todo el sitio cansado. Tanta propaganda me tenía hastiado. Seguí caminando y como si hubiese salido de la nada aparece una mujer, muy bien vestida por cierto, con una elocuente sonrisa en sus labios. – Muy buenas tardes ¿Cómo esta?- me pregunto la amable mujer, aunque admito que en ese momento tanta cortesía se me hacia incomoda, y más cuando apareció de sorpresa en medio de tanta publicidad y dudas que tenía en la cabeza. Bla, bla, bla, se presento y me dijo que quería ofrecerme un curso que cambiaria mis hábitos de lectura. Los tres la miramos algo extrañados, pero intrigados por lo que nos decía, la dejamos continuar.


- Así es, en la tarde de hoy vengo a ofrecerles un programa que de seguro hará de usted joven un gran lector- aseguraba la mujer. Por un momento pensé que estaba ante todo un culebrero ofreciéndome un remedio infalible contra cualquier mal, ya fuera el de ojo o el de amores. Pero este, a diferencia de otros reconocidos riegos, me haría excelente lector.
Papá, mi amigo y yo ya nos sentíamos desubicados. Por un momento la curiosidad que sentíamos se transformo en incomoda paciencia. Ya estábamos ahí, cualquier infructuoso intento por irnos fue en vano.
- Joven le pregunto algo ¿a usted le gusta leer?- vaya pregunta la que me hiso la simpática mujer. Y como si me despertara de un mal sueño, algo retraído respondí con un tímido si.
La mujer seguía hablando como si estuviera diciendo de memoria las capitales de los países del mundo. Por un momento pensé que tenía un enorme botón de encendido en su espalda y sin dudarlo quería ir a apagarlo para así seguir mi camino. Pero era imposible. Convencido que yo había manejado mi malestar con discreción, la mujer como si tuviera un poder mágico se dio cuenta de mí incomoda atención
- Joven yo se que usted está algo cansado, pero escúcheme y verás porque le aseguro que este método cambiara sus hábitos de lectura de una forma abismal. Usted podrá leer 2000 palabras por minuto aproximadamente. Tanto que se leerá el Quijote en una sola sentada o cualquier libro que usted desee. Asi es joven, el método que le ofrecemos está altamente calificado y hoy queremos ofrecerlo por un precio muy asequible, fácil a su bolsillo.
De inmediato cuando nos dijo “ofrecer” y “bolsillo” algo nos puso en sintonía, de eso tan bueno no dan tanto dicen con sabiduría por ahí. Ya cuando con toda seguridad nos íbamos a ir la mujer trato de sacra su as bajo la manga con el ánimo de convencer nuestra terca incredulidad.


Partenón de Libros. obra de la artista Marta Minujin realizada en 1983, en Buenos Aires, Argentina con libros censurados y confiscados por la dictadura militar que goberno al pais entre 1976 a 1983.

- Mire este programa lo ha usado hasta el mismo presidente- dijo la mujer asombrada, como si tampoco se la creyera.
Mi amigo y yo soltamos unas cuantas risas, papá me lanzo un pequeño codazo reprendiendo mi imprudencia. La mujer ya tenía en sus manos unos formatos, seguramente para diligenciar como si fuéramos a firmar un contrato.
- Niña muchas gracias- dijo mi papá para alivio de los dos. – déjeme una tarjetica y si algo nos estamos comunicando con ustedes-
- Bueno señor, pero piénselo. con el método que le ofrecemos su hijo podrá enfrentarse al mundo con mayor soltura. – seguía asegurando la mujer en un último intento por engancharnos.
- Muchas gracias niña- dijo mi papá cuando ya estábamos a unos pasos lejos de ella. Ya lejos nos echamos a reír.
- Jah ¿lo usa el presidente? Pues no se le nota al hombre- dije a carcajadas mientras volvíamos a caminar entre la gente y la ingeniosa publicidad.
¿Qué tiene que ver un recuerdo adolescente con una clase sobre métodos de lectura? Bueno, vale la pena hacer una pequeña reflexión y es sobre el acto de leer. No hay necesidad de leer 2000 palabras por minuto. Admito que se perdería cualquier gracia y placer de leer con detenimiento la historia que está sucediendo. Si fuese así, la locura de Don Quijote me parecería un mero caso clínico y no la exaltación de los sueños y las utopías del ser humano. Tampoco hay necesidad de leer como el presidente, fuera de que las ironías saltan a la vista con semejante analogía, la lectura no es un asunto de romper marcas, es simplemente un goce o un complemento. Una buena metodología de lectura, si fuéramos a definirla, es simplemente asumir la lectura como un saber que complemente otros y abordar el texto con toda soltura, ya sea resaltando las ideas o frases puntuales o escribir las impresiones y dudas que generan el libro, ya es una clara muestra de que comprendemos aquello que tenemos en nuestras manos. Más que decir en una reunión, con pose de intelectual incluida, “me leí en este mes cinco libros” es decir con tranquilidad y propiedad: pude comprender en su totalidad un texto, asumiendo una postura crítica y reflexiva sobre él.

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